DESARROLLO Y APRENDIZAJE HUMANO

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domingo, 5 de octubre de 2008

El Apego


Para comenzar hablar de apego, es necesario dar a entender tal término.

John Bowlby, fundador de la teoría del Apego, propuso que para todos los seres humanos es de gran índole formar vínculos afectivos cercanos, y crear estos vínculos con personas significativas es una necesidad primaria desde el momento de nuestra concepción.

Apego, corresponde al “vínculo recíproco y duradero entre el bebé y el cuidador, cada uno de los cuales contribuye a la calidad de la relación” (Papalia, 2004, p.222). Esta relación, comúnmente es proporcionada por los padres, pero en algunos casos, donde el niño nace en un ambiente en que ambos pilares del grupo familiar no pueden estar presentes, el apego se puede dar con las personas que estén al cuidado de éste, ya sean, las educadoras de párvulo, lo abuelos, o asesoras de hogar. Tal relación fomenta la seguridad del bebé, por ende, mantener este vínculo es sumamente vital.

Esta relación entre la criatura y su cuidador está presente de manera global en todas las culturas, la diferencia radica en que se pueden dar distintos tipos de apego en la relación Cuidador-Bebé;

Apego Seguro, donde se da la situación en el que el bebé llora para lograr tener la atención de su cuidador hasta obtenerla.

Apego Evasivo, Aquí el bebe al momento de ser separado de su cuidador el bebé llora pero no a menudo, y al retorno de éste lo evita.

Apego Ambivalente, el bebé reacciona de manera ansiosa antes de que su cuidador se aleje, pero a su llegada se da una situación de búsqueda y rechazo.

Apego desorganizado o desorientado, el bebé responde con conductas contradictorias, confusas, después de haber estado ausente de su cuidador, por ejemplo, recibirlo agradablemente y luego ser rechazado.

Por otro lado el apego es un mecanismo determinante de la personalidad y conducta del niño, la ausencia de la base segura ¹ puede fijar la inseguridad y rechazo a los demás.

El apego es el elemento fundamental y sumamente necesario para formar la confianza del niño, es indispensable para su desarrollo posterior, que de abasto en las futuras experiencias al que se verá enfrentado, por lo tanto, es de gran importancia brindarle desde el momento de su concepción, un ambiente apropiado, que sea capaz de responder de buena manera a las necesidades afectivas del bebé, ya que la familia es el primer contexto social en el cual se desenvuelve.

Bibliografía

-Diane E. Papalia, Sally Wendkos Olds, Ruth Duskin feldman. Desarrollo Humano. 2004.

Linkografía

http://www.elpsicoanalisis.org.ar

http://mamiblog.bitacoras.com


Desarrollo de los sentidos


Se sabe que el desarrollo de los sentidos en los bebés ocurre en los primeros meses de vida. El feto se encuentra en un medio estático, en un ambiente intrauterino, en éste ocurren constantes modificaciones que involucran considerablemente al ser. Uno de los ejemplos es que participa del medio externo, ya que responde a una cantidad importante de estímulos, como la voz de la madre y sonidos que se encuentran a su alrededor. Para comenzar hablaremos del primer sentido que se desarrolla en el feto, El Tacto.

Es el sentido mas maduro durante los primeros meses y al momento de nacer es el mas entrenado y perfeccionado. Desde el comienzo de las 16 semanas de gestación, en la piel del bebé ya se encuentran desarrollados los receptores sensoriales a la sensación táctil, presión y temperatura. A las 32 semanas de gestación todas las partes del cuerpo son sensibles al tacto, y esta sensibilidad aumenta en los primeros cinco días de vida (Haith, 1986).

El desarrollo del Olfato comienza en el útero. Cabe de destacar que el cerebro del feto en el tercer trimestre se encuentra preparado para captar los olores. Un ejemplo son los olores de los alimentos que la mujer embarazada consume, los cuales pueden ser transmitidos al bebé por intermedio del líquido amniótico. Pero, ¿Es posible oler en un medio acuoso? El feto cuenta con el órgano Vomeronasal que desaparece al nacer. De esta forma ensaya en su cerebro la captación de olores. Es de vital importancia el sentido del Gusto, pues a partir de los tres meses hasta los cuatro meses se sabe que las terminales nerviosas que permiten diferenciar los distintos sabores comienzan a desarrollarse. Gracias a las papilas gustativas y a las conexiones neuronales se pueden distinguir sabores dulces, amargos, salados y ácidos.

La Audición también es funcional antes del nacimiento. Dentro del útero el bebé percibe una innumerable variedad de sonidos, los que son apaciguados principalmente por el líquido amniótico. El desarrollo completo de las estructuras del sistema auditivo, ocurren en el séptimo mes, aunque a partir de las 24 semanas de gestación responde a estímulos como la música o ruidos de mediana intensidad. La discriminación auditivita se desarrolla con rapidez después el nacimiento. Al mes de nacidos el niño puede distinguir sonidos tan cercanos como “ba” y “pa” (Eimas, SiqueLand, Jusczyk y Vigorito, 1971).

Al nacer la Visión es el sentido menos desarrollado. A las 20 semanas los ojos del bebé están totalmente formados aunque estén cerrados. Al séptimo mes, las últimas capas de la retina, donde se configuran las imágenes se han formado ya. Los parpados, antes pegados, se abren. El feto percibe luz, aunque al interior del útero esta oscuro. A los ocho meses sus pupilas se contraen y se dilatan e modo que ve tonos de color rojizo algo borroso, ya que el líquido amniótico le impide ver imágenes nítidas. Cuando nace el niño es capaz de enfocar entre 20 y 30 centímetros, que será la distancia que haya entre la mamá y el bebé cuando lo este amamantando.

Para terminar que un recién nacido pueda reconocer la voz de su madre no es una casualidad. Responde al sorprendente desarrollo intrauterino de sus sentidos, los que pone a prueba aún antes de nacer. Durante la vida intrauterina el feto no sólo estructura sus órganos para estar apto para la vida exterior, sino que desarrolla y ejercita algunos sentidos.

Enfermedad de Alzheimer.

Un mal de edades.


Para muchos esta enfermedad es conocida, o al menos se tiene una noción de su significado, pero en realidad ¿qué tanto sabemos de sus causas y consecuencias?
El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa[1], la cual tiene una pérdida irreversible de las capacidades intelectuales, incluyendo la memoria, la capacidad de expresarse y comunicarse, manifestándose a través del deterioro cognitivo y conductual. Esta enfermedad conduce a un estado de dependencia total en quienes la padecen, llevando a sus víctimas a la muerte.

Los síntomas que presentan los pacientes con esta enfermedad se van mostrando de forma lenta lo que hace aún más difícil su detección. A medida que la enfermedad avanza el síntoma principal, que es el olvido de algunas cosas, va siendo cada vez más notorio, volviendo a las personas que lo padecen inquietas y agresivas. Esto ocurre en la etapa más avanzada del Alzheimer.

El Alzheimer se caracteriza principalmente por la muerte de células nerviosas (neuronas) y de sinapsis. Esto se da en la corteza cerebral y en ciertas zonas corticales, lo que produce una degeneración en el lóbulo temporal y parietal y partes de la corteza frontal.

Un médico alemán llamado Alois Alzheimer (de aquí el nombre de la enfermedad), en 1906, notó cambios en el tejido cerebral de una mujer que había muerto de una rarísima enfermedad mental. Al realizar una autopsia Alzheimer descubrió unos depósitos anormales, los que con el tiempo tomaron el nombre de “Placas de Amiloide”, y una acumulación de unas estructuras fibrosas las que se encontraban entrelazadas, las que hoy en día son conocidas con el nombre de “Ovillos Neurofribilares”.


Las causas específicas de esta enfermedad aún no son descubiertas, lo que ha llevado a los científicos a advertir a las personas de ciertos factores que pueden causar este mal. El más característico es la edad, ya que, esta enfermedad se presenta en personas de avanzada edad, aunque puede presentarse en personas de 50 o 60 años, pero esta probabilidad es mínima.


Algunos científicos plantean que además de la edad, existe una predisposición genética ante este mal, la cual puede ser muy alta. Cabe destacar que el mal de Alzheimer no se debe de considerar de forma clásica, como una enfermedad hereditaria, son muy pocas las familias que presenta una transmisión genética. Además es de suma importancia tener conocimiento de que si en la familia se presenta un caso de síndrome de Down, esta predisposición genética toma más fuerza.


Existen diversos tratamientos para esta enfermedad, pero ninguno cura definitivamente este mal, solo cumplen la función de reducir el avance de esta enfermedad y sus síntomas. Estos tratamientos pueden ser de tipo farmacéutico, psicosocial y de cuidados.


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[1] tipo de enfermedades entre las cuales se encuentra el Alzheimer, mal de Parkinson, mal de Creutzfeldt-Jakob y esclerósis múltiple, denominados también trastornos cognitivos. Estos trastornos se generan por el aumento en los procesos de apoptosis (muerte celular), reduciendo el número de neuronas y generando cambios en la conducta.

Hablemos de Resiliencia

La resiliencia es la capacidad de una persona o grupo para seguir proyectándose en el futuro a pesar de acontecimientos desestabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de traumas a veces graves. Se añade a esta definición el hecho de que las personas son transformadas positivamente por las adversidades de la vida. La autoestima consistente, la introspección, la independencia, la capacidad de relacionarse, la iniciativa, el humor, la creatividad, la moralidad y la capacidad de pensamiento crítico son los pilares fundamentales de la resiliencia (Edith Grotbert, 1998).

Son personas capaces de superar la adversidad, pero para ello, resultan fundamentales ciertos factores formativos en el desarrollo de cada individuo; como una buena estimulación intelectual, social y afectiva, ya que, esto podría conformar un pilar sólido al momento de enfrentarse a situaciones adversas.

La evolución psicológica de las personas es un largo y variado proceso en el que concurren una amplia variedad de factores, encontrándose entre los más representativos los psicomotores, lingüísticos, afectivos e intelectuales, y todos ellos no evolucionan de manera autónoma, sino que mantienen entre sí una estrecha relación, de tal manera que los avances o retrasos que se pueden producir en alguno de ello tienen a su vez una serie de repercusiones en los otros.

Para la mayoría de las personas, la sociabilización constituye un proceso relativamente suave y no traumático. Mediante ella adquieren hábitos y reglas. Si un individuo sigue una evolución considerada como normal el proceso de sociabilización , aunque inconsciente, no es en modo alguno automático: no todos adquieren las mismas normas, valores, capacidades de relación, etcétera, por vivir en una determinada cultura. El ser social en que se convierte el sujeto es tanto un resultado de su entorno social (barrio en el que vive, ambiente familiar, situación socioeconómica de los padres, tipo de colegio al que asiste), como su nivel de predisposición genética hacia un determinado carácter (a nivel de actividad, de adaptabilidad a otras personas) o su inteligencia.

Es cierto que todos estos individuos necesitan de ayuda externa para superar sus dificultades, pero sin embargo, si no contamos con la capacidad de la persona para proyectarse en el futuro, no es mucho lo que se puede avanzar.

Para poder superar y ayudar a estas personas, debemos recurrir no solo a los conocimientos propios de nuestra disciplina, sino que además a la capacidad de resilencia que cada individuo posee en su interior. Con la mezcla de ambos componentes, podemos suponer que el tratamiento va por buen camino, sin olvidar por cierto, que necesitamos de muchos otros factores para lograr la superación total.